jueves, 30 de septiembre de 2010

ESTETICA
Conocer a cerca de lo estético, es conocer la esencia y la percepción de la belleza, es darle una re significación a nuestra vida, es ver el mundo de manera diferente, es darnos cuenta de los elementos maravillosos que nos rodean y que en muchas oportunidades sin darnos cuenta los ignoramos o simplemente no les vemos sentido; el tener un comportamiento estético hace que seamos más románticos, más libres y hace que haya pasividad en nuestra alma.

El desarrollo del presente debate, en especial con el análisis que se realiza al texto de Friedich Kainz, contribuye de manera importante a la comprensión de lo que es la estética, sus elementos y la diferenciación con los elementos artísticos, los cuales en algunas ocasiones tratamos de confundir. La presente actividad es un preámbulo de lo que comprende el módulo de estética y esto contribuirá de sobre manera a la comprensión de cada una de las temáticas a desarrollar.

¿Sabes si has contemplado alguna vez estéticamente?

La mayoría de las veces contemplamos nuestro alrededor, como un paisaje, una obra de arte, una melodía, una escultura relacionándolo con nuestra vida o mirando que sentimientos florecen al estar en contacto con ellos, pero dejamos pasar por alto lo que es su esencia y lo que lo hace único, opacamos su belleza natural y ponemos una belleza plástica creada por nosotros mismos.
Por eso en este blog encontrarás algunas notas de interés que pueden dar unos tips importantes en lo estético y lo no estético. Te invitamos a que entres, participes, nos des tus comentarios y recorras los diferentes datos de interés para aquellos que quieren aprender a observar, escuchar y sentir de una manera diferente.
LA ESCENCIA DE LO ESTETICO
 El adjetivo "estético" no tiene para nosotros una significación objetiva, sino, en primer término, una significación de estado, funcional. Designa un determinado punto de vista, un tipo de apercepción, una manera de concebir la vivencia de la captación de los valores y del comportamiento cultural espiritual.
El mejor camino para explicar la peculiaridad y el carácter específico e irreductible de este punto de vista consiste en poner algunos ejemplos que ilustren la mutua distinción entre este modo de enfocar las cosas y los demás. Supongamos que tres hombres recorren un bosque. Uno de ellos es botánico. La belleza del bosque le es indiferente; lo que busca en los árboles y en las plantas, al examinarlos, es una visión teórica de su morfología, de la fisiología genética y sistemática vegetal; toda su preocupación se dirige a ver las cosas tal y como ellas son en sí mismas. Su actitud obedece a un punto de vista teórico intelectual. El segundo de los tres hombres de nuestro ejemplo es un leñador: ha recibido orden de entregar una determinada cantidad de madera, y examina los árboles buscando los más adecuados para cortarlos y sacar de ellos la madera que debe suministrar. El punto de vista de este segundo personaje es absolutamente práctico. El tercero es un excursionista, entusiasta de la naturaleza. No ha venido al bosque tratando de enriquecer sus conocimientos ni su visión teórica; tal vez no sabe siquiera o, si lo sabe, no se preocupa de ello si los árboles que tiene delante son pinos o abetos. Le tiene sin cuidado, asimismo, el aspecto económico material del bosque. Lo único que en él busca es contemplarlo, recrear en él su mirada. No mira, por decirlo así, por encima del bosque, hacia otros objetivos, sino que deja que su mirada se pose amorosamente en él complaciéndose en contemplarlo con despierta y profunda sensibilidad. El suyo es el punto de vista estético.
Otro ejemplo. Varias personas ven cómo una casa arde en medio de la noche. Una de ellas se pone a cavilar cómo ha podido producirse el incendio y examina la posibilidad o las posibilidades de que se extienda. Adopta, al hacerlo así, el punto de vista teórico intelectual. Otra, impulsada por un sentimiento activo de compasión hacia los moradores de la casa, corre a ella para prestarles socorro y ayudar en la extinción del incendio: adopta, por tanto, una actitud eminentemente práctica. El tercer punto de vista posible, el estético, es el de quien no se para a pensar ni corre a apagar el fuego, sino que lo contempla, sencillamente, viendo en él un espectáculo bello, aunque pavoroso.
Ni siquiera las obras de arte pueden estar seguras de encontrarse siempre con una actitud estética por parte de quien las contempla, aunque en este caso la actitud del espectador no es tan facultativa como en los casos anteriores, sino que siempre y cuando que sea la adecuada al objeto se ve encauzada por él hacia determinados derroteros. Cuando un profesor de estética examina una catedral gótica para ver cómo se han resuelto en ella los problemas planteados por la técnica de la bóveda, aborda la obra arquitectónica contemplada con una actitud teórico intelectual. El que, a la vista de la catedral, se lamenta de lo que considera como un derroche de dinero y de trabajo, por creer que los medios empleados para levantarla habrían podido invertirse con mejor fruto, se coloca en el punto de vista práctico. Quien contempla la catedral desde el punto de vista estético es el que se limita a recrearse con la sublime belleza de su fábrica, sin ver en ella más que los valores impresionantes, emotivos, que la mera contemplación de la obra revela.
La vivencia de gozo que se produce en los casos del pleno y puro comportamiento estético se distingue por rasgos propios y característicos de los valores positivos de vivencia en que se traduce el comportamiento intelectual, ético práctico, religioso, etc. Quien contempla con deleite un capullo de rosa recién abierto y bañado por el rocío de la mañana, quien escucha con placer una bella melodía o sigue con profunda emoción el desarrollo de un drama en la escena, se entrega a una vivencia de una estructura psíquica específica y peculiar. No es necesario tener una gran capacidad de introspección para darse cuenta, en lo que a esa estructura psíquica se refiere, de que la satisfacción del espíritu que en tales casos se produce fluye directamente del simple hecho de contemplar o escuchar lo que nos deleita o conmueve.
Nos comportamos estéticamente ante las cosas y ante sus formas cuando las contemplamos y vivimos sin buscar otra finalidad que lo que ellas puedan dar a nuestro sentimiento. Lo específico y peculiar de la actitud estética reside en que, al adoptarla, nos entregamos por entero a la contemplación o a las percepciones del oído, sintiendo con ello como un estado de beatitud, sin ir más allá ni buscar nada más allá de esta pura impresión. Sin que, al decir esto, queramos referirnos tan sólo, naturalmente, al lado externo de la percepción sensible, sino al acto de la captación y asimilación espiritual, considerado en su conjunto.
Añadiremos aún unas cuantas palabras para tratar de esclarecer todavía más a fondo la distinción entre estos tres puntos de vista. Al punto de vista intelectual, que, plenamente desarrollado y en toda su pureza, es siempre un punto de vista teórico, no le interesa nada del objeto, ya que éste no tiene, para él, ningún contenido real de vida, ningún valor real. El teórico aspira únicamente a conocer las cosas, sin extraer de ellas ninguna utilidad práctica. El objeto sobre el que recae la consideración teórica es objeto de un conocimiento, puro; lo que se busca es la verdad, siendo relativamente secundario, para el teórico puro, el que esta verdad sea o no provechosa, el que se pueda o no sacar de ella alguna utilidad.
El punto de vista que asumimos en la conducta de la vida real y que sometemos, en primer lugar, a la formación de la ética y, en segundo lugar, a las reglas de la economía, es un punto de vista eminentemente práctico. Lo que aquí se tiene en cuenta es la licitud moral y jurídica de los actos, así como también la utilidad y la conveniencia de éstos para la vida, valorándose las cosas según su idoneidad para la consecución de ciertos fines. El concepto de fin ocupa, aquí, un lugar primordial, lo que hace que el comportamiento práctico se revele como lo diametralmente contrario a la actitud estética.
Considerado desde el punto de vista estético, el objeto no es nunca medio para un fin, sino siempre un fin en sí (es lo que llamamos la autotilia de lo estético). No se busca ni se indaga, aquí, la utilidad real, la idoneidad práctica, el progreso del conocimiento, la verdad ni el valor moral. El punto de vista estético es, por ello, el reverso completo del comportamiento práctico. Pero también se distingue esencialmente del punto de vista teórico, aunque tenga con éste, sin embargo, ciertos puntos de contacto. Más adelante nos referiremos de nuevo a esto.
Nos sentimos incitados a adoptar una actitud estética, dice K. Köstlin, cuando el objeto nos atrae y fascina de tal modo por su forma, que nos entregamos con deleite a su contemplación, sin apartar la mirada de él. Lo característico de esta actitud contemplativa, que no es una actitud intelectual, ni una actitud operante, activa, pero tampoco una actitud de goce sensual, consiste en que nos estimula y llena nuestro espíritu de afanes deleitosos, pero de un modo fácil y agradable, con una gran libertad y sin imponemos el esfuerzo de un trabajo "serio", práctico, obligatorio y encaminado a un fin.
Contemplación, desinterés y pureza
Es usual la tendencia a expresar el comportamiento estético por medio de los criterios estampados en este epígrafe, siendo bastante marcada la coincidencia que en este sentido apreciamos.
Contemplación es la antítesis de todo comportamiento activo, desplegado para la consecución de fines externos y puesto al servicio de las aspiraciones y los objetivos prácticos de la voluntad. La pureza tiende, asimismo, a significar que la conducta contemplativa, entregada a la intuición sensible, se halla libre de toda relación con cualquier fin práctico, de todo interés egoísta.
Según Kant, el comportamiento psíquico del hombre puede denominarse estético cuando es desinteresado (o, por mejor decir, a interesado). Esta característica, esencial para llegar a captar la esencia de lo estético, no significa, ciertamente, carencia de interés, indiferencia: lejos de ello, toda auténtica obra de arte suscita en nosotros un interés intenso y profundo. Existe, ciertamente, un interés, en el sentido de la simpatía por el objeto, pero no un interés de orden práctico, el afán de obtener ventajas materiales o una utilidad real para la vida.
La palabra “interés" tiene, como es sabido, dos sentidos. Significa, en primer lugar, el estímulo espiritual, la excitación de las funciones psíquicas, el interés espiritual por algo. Interpretado en este sentido, el interés es una sensación intelectual, enlazada a los actos de intuición y de conocimiento y que para nada perturba o tergiversa la vivencia estética. Significa, en segundo lugar, una ventaja, el deseo de una utilidad material para la vida, el interés en algo; en este sentido, se habla de los intereses de un capital o se llama interesado a un hombre que vive atento a lo que pueda reportarle una ventaja. Nos referimos, con ello, a una sensación de la voluntad que nos impulsa a realizar actos encaminados a apropiarnos aquello que apetecemos o a sacar de ello ciertas ventajas de orden material. Este interés es el que Kant considera incompatible con la conducta puramente contemplativa, característica del comportamiento plenamente estético.
He aquí las palabras de Kant: "La complacencia que determina los juicios del gusto es ajena a todo interés. Llamamos interés a la complacencia que lleva aparejada para nosotros la representación de la existencia de un objeto. Este guarda siempre, por tanto, relación con nuestra capacidad de apetencia, bien como razón determinante de ella, bien como algo necesariamente relacionado con su razón determinante. Ahora bien, cuando nos preguntamos si algo es bello, no tratamos de saber si esperamos o podríamos esperar algo de la existencia de una cosa, sino sencillamente cómo la enjuiciamos desde el punto de vista de la simple contemplación (intuición o reflexión)."
La existencia real del objeto de mi vivencia estética de percepción o representación es indiferente para mí, toda vez que no quiero ni espero de él nada práctico, que no mantengo con él ninguna relación seria. Se trata, simplemente de saber si la sola representación del objeto lleva aparejada, en mí, una sensación de agrado. Según Kant, "los juicios del gusto son puramente contemplativos, es decir, juicios que, mostrándose indiferentes en lo que se refiere a la existencia de su objeto, sólo se preocupan de una cosa: de saber si provocan en nosotros la sensación de agrado o desagrado". Cuando digo que tengo interés por un objeto, quiero decir, entendida la cosa en este sentido, que la existencia de ese objeto significa algo para mí, que me importa su existencia empírica, el objeto mismo, y no meramente su imagen, su representación, la qualitas y la essentia, pura y simplemente. En cambio, cuando por "interés" entendemos el que nos sugiere el puro y simple modo de ser de algo dado, nada puede objetar a ello la estética de la contemplación. Hay que saber distinguir, por tanto, entre interés real e interés ideal. Y asimismo subraya E. von Hartmann, quien en éste como en otros puntos atenúa el rigorismo estético de Kant, que la forma de la apariencia estética es perfectamente compatible con la existencia de un interés ideal por la representación de un objeto, por la existencia irreal de éste.Toda otra actividad humana, si ha de tener un sentido, tiene que encaminarse a un fin; el comportamiento estético, en cambio, se caracteriza por ser algo desinteresado, entendiendo por interés la referencia práctica a un fin. El comportamiento no aspira, aquí, a nada fuera de sí mismo y del objeto que le sirve de contenido, puramente en cuanto a su modo de manifestarse, en la imagen pura con que se revela a nuestra contemplación. En el instante mismo en que se desliza en el comportamiento estético un fin externo, cualquiera que él sea, aquél deja de ser lo que es o pierde, por lo menos, su pureza. El modisto que estudie los cuadros históricos de un Delacroix para sacar de ellos modelos de vestidos, no experimentará una vivencia estética ante esas obras de arte.
El comportamiento estético debe entregarse al objeto en actitud de pura contemplación, no debe trascender de él, exceptuando las asociaciones necesarias, es decir, las impuestas por el objeto mismo.Y debe hallarse, sobre todo, libre de todos los pensamientos egoístas inspirados por el afán de posesión o el sentimiento de la repulsión. La contemplación de un cuerpo desnudo de mujer no constituye una vivencia estética cuando el hombre que lo contempla se siente dominado por el impulso erótico o torturado por el deseo de que el cuerpo que se ofrece a su mirada fuese el de su mujer. Estos pensamientos frustran la vivencia estética, por muy perfecta que sea la belleza del cuerpo femenino que se tiene ante la vista. Quien contemple una espléndida casa de campo, no desde el punto de vista de sus cualidades arquitectónicas, sino acuciado por el deseo, determinante de toda su actitud y de todos sus pensamientos, de llegar a poseer una mansión tan confortable como aquélla, es decir, con un sentimiento de envidia o apetencia que empaña la pureza de la contemplación, rompe con ello la vivencia estética.
Pero más destructivo aún que el afán de la posesión es el sentimiento de la repulsión. Ante cosas desagradables, es corriente oír exclamar: “¡Qué horror! ¡Eso es antiestético!" Esta reacción de repugnancia indica que nada atenta tanto contra el punto de vista puramente contemplativo, morosamente apegado al objeto, como el sentimiento de asco.
Para que la pura contemplación sea posible, es necesario que el objeto se halle distanciado de nosotros, fuera de órbita de nuestra vida práctica, que pase a segundo plano en nuestra conciencia toda relación real con el objeto, ya sea positiva o negativa, favorable o perjudicial. Es lo que queremos decir cuando hablamos del aislamiento estético. Lo estético es un valor muy frágil, fácil de quebrar, al que perjudica todo contacto con lo práctico, de cualquier clase que ello sea. Difícilmente podríamos encontrar un motivo de contemplación estética en el incendio que devora nuestra propia casa. La persona que se sienta objeto cómico a los ojos de los demás no encontrará en ello, ciertamente, una fuente de humorismo. La muerte de Sócrates, que hoy nos parece sublime y trágica, sólo pudo producir en sus deudos y amigos, en el momento de ocurrir, una sensación de espanto y de tristeza.
Por tanto, para que pueda darse la contemplación estética, hace falta que el objeto se desconecte de toda motivación de orden práctico, de todo interés. Esta ausencia de interés constituye una de las características esenciales del punto de vista estético.
*Friedrich Kainz, Estética, trad. de Wenceslao Roces, Fondo de Cultura Económica, México, D. F., 1952, pp. 56 59 y 72 75.

EL PERFUME


Esta película cuenta la historia de un niño nacido en Paris (Jean Baptiste Grenouille) sobre el siglo XVIII, el cual se aferró al mundo desde el momento de su nacimiento gracias al don del olfato pues fue una herramienta de supervivencia en ese entonces.
Para entrar un poco en el tema es conveniente ubicarnos un poco en la parte histórica y de arte de esa época, es así como la situación en Francia se agravó sobre ésta época (recordemos que  se dio por este tiempo la revolución Francesa) a causa del crecimiento de la población y el aumento de los precios. Los campesinos constituían más de las tres cuartas partes de la población total del reino. La condición de ellos era muy variable y dependía de la situación jurídica en la que se encontraba y de la relación con la tierra que cultivaba.
Durante parte de este siglo surgieron varias teorías filosóficas y movimientos culturales como el empirismo y la Ilustración; lo cual hace un poco más entendible el momento de la historia en que se desarrolla la historia de Grenouille pues el empirismo es basado en el papel de la experiencia ligada a la percepción sensorial, y que mejor ejemplo que el don del olfato desarrollado por este personaje.
En esta teoría del empirismo uno de los representantes es David Hume con su tratado de la naturaleza humana donde hace una estética utilitarista, y ve a la belleza como un medio para llegar al fin el cual sería el placer y la satisfacción, “la belleza no es solo una cualidad de las cosas mismas: existe tan solo en la mente del que las contempla y cada mente percibe una belleza distinta”. Es así como vemos la relación con lo que para Grenouille era algo obsesionantemente bello como el tener el olor único “esencia” de cada una de las mujeres que asesinaba para el resto de la sociedad era lo más macabro. Aquí vale la pena aclarar que la sociedad de esta época constituía una población de carácter conservador, apegada a las tradiciones y a las creencias religiosas.
En cuanto a la Ilustración se fundamente en una doble tendencia: el racionalismo cartesiano francés y el empirismo Inglés. El arte oscila entre la artificiosidad y el naturalismo, el arte se aleja de la religión y de la representación del poder para ser fiel reflejo de la voluntad del artista, centrándose más en las cualidades sensibles de la obra que no en su significado. Recordemos que en la película relata que las cosas que Jean percibía por su olfato eran tan profundas que no encontraba muchas veces palabras para describirlas.
Grenouille había nacido con el poder especial del captar la esencia propia de todas las cosas, no discriminaba entre olores buenos ni malos simplemente quería encontrar un olor con el cual pudiera caracterizarse o del cual pudiera sacar su olor propio, pues él sentía que carecía de él.
Como lo decía Jean en la película “el alma de las cosas es su esencia” y eso era lo que él buscaba sentir que pertenecía al mundo, sentirse amado, parte de ese mundo que se movía alrededor de él pero no lo sentía como propio.
Esta película sería una buena forma de refutar lo que encontramos en el módulo donde habla acerca de que los sentidos más indicados y desarrollados para ver la belleza de las cosas es la visión y la audición, pues vemos como por medio del sentido desarrollado de este joven podía ver lo que sucedía, percibir lo que las personas hacían y pensaban, pues muchas veces le sirvió de medio de defensa cuando lo atacaban en el orfanato sus compañeros.
No podemos negar que un olor o aroma nos hace sentir sensaciones, como de placer de asco, nos recuerda cosas, pero muchas veces no le prestamos atención, es mucho más fácil traer cosas a nuestra memoria o estremecernos al ver o escuchar algo.
A Grenouille no le importaba lo que pasaba a su alrededor, es más no se ven sentimientos de miedo cuando iba tras las jóvenes simplemente sentía que lo tenía que hacer impulsado por ese afán de encontrar un olor que hiciera que todas las personas lo amaran, el no veía la muerte como algo malo sino que era simplemente la forma de conseguir lo que quería.
Es así como después de todos lo que hizo para conseguir la aceptación de la gente, y al ver que todos los hombres que lo llegaron a odiar tanto hasta el punto de querer asesinarlo, ahora lo amaban sintió tanta repulsión de sí mismo, pues él no sentía amor por ellos, supo que el amor no lo encontró tampoco allí, así que terminó devorado por unas personas en la plaza donde había nacido.
Quisiera compartir partes de unas reflexiones que encontré en internet hechas por Jorge Echeverri González sobre esta película” La parábola nos lleva a concluir que el ser humano es despreciable, sólo signo de odio, imprevisible, voluble. Cree encontrar la belleza por la vista y el oído pero no percibe que depende de otros factores”  “quien domina los olores domina el corazón de los hombres”.

1.      ¿Qué es lo estético?, incluir dentro de la respuesta el objeto de estudio de la estética, lo que se puede considerar como estético y qué no, entre otros elementos que hagan parte de la definición de un concepto tan importante como este.

La estética es la rama de la filosofía que tiene por objeto el estudio de la esencia y la percepción de la belleza, estudia las razones y las emociones estéticas, las diferentes formas del arte.
La estética se encarga de analizar conceptos y resolver problemas que se plantean cuando observamos objetos estéticos.
La estética nos permite deleitarnos, complacernos al percibir o sentir los objetos, la estética es algo espiritual y subjetivo, va más allá de lo que se percibe a primera vista, no se interesa por responder el para qué y qué es, podemos decir que es por el contrario a lo que sucede cuando observamos un objeto de manera objetiva, interesándonos por su carácter práctico (para qué), o por el conocimiento intelectual (qué es), que nos pueda aportar.

Lo estético es la significación subjetiva de lo que escuchamos, vemos y sentimos. Lo estético va ligado a nuestra cultura, a nuestros sentimientos y a nuestro espíritu. Es la manera de ver el mundo de manera subjetiva, es disfrutar de una melodía musical, es admirar la belleza de una escultura o pintura, es disfrutar de la belleza y el colorido del paisaje.

Por ejemplo podemos considerar elementos estéticos como:
v  La belleza de un lago
v  Una melodía musical
v  El significado de una pintura o escultura
v  La belleza de una muralla

Elementos no estéticos
v  La importancia de un lago para la pesca, para los deportes acuáticos y como reservorio de agua.
v  La armonía, el ritmo y la frecuencia en una melodía musical
v  El tamaño, el material la inspiración con lo cual se elaboró una pintura o una escultura
v  El efecto de impresión causado al ver la muralla china, por su extensión y por su arquitectura

2.      ¿Existe alguna relación entre el gusto y el conocimiento?
Kant sostiene en la Crítica Del Juicio que el objeto bello es el que determina un placer desinteresado, universal, ajeno a toda consideración de utilidad, de bondad o de verdad. Lo bello es "una finalidad sin fin" o una "intencionalidad sin intención". Se realiza esta aclaración para poder abordar el interrogante, según Kant el gusto es juzgar una representación mediante una satisfacción sin un interés, y el conocimiento es cuando se tiene información sobre algo, y se hace por medio de la cualidades experimentadas, entonces, ¿qué relación o vinculo puede generarse?. Se genera un vinculo estrechamente relacional, en cuanto a que se encuentran emparentados, pero el uno no hace parte del otro, es decir, El juicio del gusto es desinteresado, universal y no proporciona conocimiento, sin embargo, lo propio de un juicio es que aporta conocimiento y solo en el ámbito del conocimiento el juicio tiene pleno sentido, entonces, se tiene conocimiento sobre X o Y objeto, pero esto no indica que el gusto se encuentre afectado porque se cuente con dicho conocimiento.

Según Kant la relación entre el juicio del gusto y el conocimiento se genera de una manera arquetípica en la que cada ser humano posee este modelo con el cual juzgamos, y depende de cada persona, pero que varía según el entorno (Lugar, tiempo y cultura), es decir, todos poseemos un conocimiento arquetípico con el cual definimos el gusto. Se da porque el juicio estético es siempre bajo conceptos subjetivos, entonces, no puede haber ninguna regla objetiva que determine por conceptos lo que fuera bello; -pues todo juicio de partir de esta fuente es estético-, es decir, su fundamento de determinación es el sentimiento del sujeto y no un concepto del objeto. Se da por el sentimiento del sujeto y de esta forma se manifiesta o se da con otros elementos.

 La complacencia que determina los juicios del gusto es ajena a todo interés. Llamamos interés a la complacencia que lleva aparejada para nosotros la representación de la existencia de un objeto"? A partir de la lectura de los documentos complementarios y la guía didáctica.
¿Qué quiso decir Kant cuando afirmó: "

Según Kant la relación entre el juicio del gusto y el conocimiento se genera de una manera arquetípica en la que cada ser humano posee este modelo con el cual juzgamos, y depende de cada persona, pero que varía según el entorno (Lugar, tiempo y cultura), es decir, todos poseemos un conocimiento arquetípico con el cual definimos el gusto. Se da porque el juicio estético es siempre bajo conceptos subjetivos, entonces, no puede haber ninguna regla objetiva que determine por conceptos lo que fuera bello; -pues todo juicio de partir de esta fuente es estético-, es decir, su fundamento de determinación es el sentimiento del sujeto y no un concepto del objeto. Se da por el sentimiento del sujeto y de esta forma se manifiesta o se da con otros elementos
La complacencia es ajena a todo interés cuando no esperamos algo en relación de la existencia de una cosa sino simplemente la asumimos desde el punto de vista de la simple contemplación, intuición y reflexión esto quiere decir que la existencia de un objeto es indiferente para mi, toda vez que ni quiero, ni espero de él nada práctico, ni interés alguno o fin externo, pues para Kant:

"Los juicios del gusto son puramente contemplativos, es decir, juicios que, mostrándose indiferentes en lo que respecta a la existencia de su objeto, sólo se preocupan de una cosa: de saber si provocan en nosotros una sensación de agrado o desagrado".

En este caso la palabra interés significa que la existencia de un objeto significa algo para el que lo percibe; por lo cual no se asume una actitud estética; si el objeto se percibe como un medio para alcanzar un fin en este caso externo. Pues KANT afirma con lo anterior que:

El comportamiento estético debe entregarse al objeto en actitud de pura contemplación; es decir, lo que impulsa al hecho de apreciar estéticamente algo es asumir un objeto como un fin interno en si mismo sin condiciones externas que vayan más allá de la existencia o representación del objeto; es decir, percibir las cosas como son sin llegar a esperar algo más de ellas.

CONCLUSIONES

v  Lo estético no viene con un manual incluido que establezca las normas o reglas especificas para determinen cuando algo es bello o no, éste valor solo se da de acuerdo al sentimiento que invada al sujeto en ese momento.

v  Entre la actitud estética y la no estética existe una gran brecha, cada una tiene un fin específico, mientras que la primera va más allá de lo que se puede percibir a primera vista, la segunda se conforma con lo ver las cosas muy someramente, sin ir más allá,  y solo se interesa por la forma en que hará uso a lo observado y el valor material que éste pueda significar o aportar.

v  Lo estético nos permite apreciar las cosas hechas por la mano del hombre de una forma espiritual, sin pensar en los beneficios que éste nos ofrezca, solo dejándonos llevar la excitación subjetiva que causa éste en nuestro sentidos.

v  La Estética estudia las razones y las emociones estéticas, así como las diferentes formas del arte. La Estética, así definida, es el dominio de la filosofía que estudia el arte y sus cualidades, tales como la belleza, lo sublime, lo feo o la disonancia.


Bibliografía

Obtenido en la página de internet:

CARDOZO Cardona John Jairo “Modulo de Estética”. Universidad Nacional Abierta y a Distancia – UNAD. Escuela de Ciencias Sociales Artes y Humanidades. Bogotá – 2007

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Andrés Felipe Vélez
María Rubiela Cruz
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Juanita Castro